martes

Nos recuerdo en esa rampa ubicada a un lado del mercado viendo pasar el coche donde iba el escritor; "pinche viejito" dijiste decepcionado mientras el coche se alejaba. Te veías precioso con los libros sin autografiar en la mano y con la expresión de un niño que se queda con las ganas de un helado. Cruzamos la plaza de ese barrio viejísimo de Guadalajara donde horas antes parejas de jóvenes y viejos bailaban danzón... Dentro de mi, dejé de venerar a Saramago porque te había decepcionado.

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